Hace
tiempo que debería haberme sincerado con vosotros, pero sobre todo
conmigo misma: yo suspendía plástica o aprobaba con un suficiente
pelado, cuando todavía existía E.G.B (sí soy de aquella generación,
aunque quien me ve la primera vez, me considera más joven), supongo que
la razón de aquellas malas notas, radicaba en que ninguno de aquellos
proyectos me atraía. Sinceramente, opino que el hacer una mantelería
completa con 9 años, en paño Panamá de color amarillo con hilos marrones
de dos tonalidades distintas, dificilmente puede resultar interesante a
nadie de esa edad; aunque, desde luego, no fue ésa la manualidad que
más me disgustó, pues aquel punto que en el fondo consistía en hacer
nudos, me agradó bastante.
En
cambio, si algo me gustó, y mucho, fue cuando hicimos un cesto de
mimbre. Porque por primera vez, vi en aquella manualidad las bases para
trabajar ese material en otros proyectos. Por supuesto, mi ilusión tuvo
un vuelo corto, pues nunca jamás volvimos a hacer nada similar en los ocho
años en que estuve en aquel colegio. Y para mí aquel recuerdo es tan
nítido que lo tengo como tarea pendiente. Estoy convencida de que
tendría que partir de cero, para realizar la base del cuenco, cesta o lo
que quisiera hacer, me refiero a que no recuerdo el proceso exacto,
pero sí lo mucho que disfruté, porque por fin elaboraba con mis propias
manos, algo práctico y vistoso. De hecho, a día de hoy, han pasado ya 29
años desde aquello, más o menos, y mi madre todavía lo conserva como cestillo para sus hilos.
De aquella etapa, y de aquella asignatura (ahora se llaman materias), en concreto, nada recuerdo con tanto cariño, salvo,
tal vez, el dibujo de un personaje de "Mi pequeño Pony" (¡Toma
cursilada infantil!) hecho con punzón sobre la parte trasera de un
espejo, que luego iba entintado y que debía servir como cuadro. Fui la
única de la clase que eligió un dibujo de esas características, la monja
dejaba entrever que la idea era hacer un cuadro para nuestras madres...
Yo siempre había escuchado a la mía, lo inservible de todas aquellas
manualidades que traíamos del colegio por el Día de la Madre (y no, no
os asustéis, no me lo tomé como una muestra de falta de cariño, sino
como un dato de lo más objetivo), así que ni corta ni perezosa, decidí
que aquel cuadro lo haría para mí. ¿Y sabéis qué descubrí en aquella
experiencia?
- Aquella monja y yo nunca nos llevaríamos bien.
- Cuando disfrutas haciendo algo el resultado suele ser mejor.
- Que aquel cuadro le gustó a mi madre y lo conserva con cariño, como base de apoyo para una vasija en la casa del pueblo.
Otra
manualidad que recuerdo especialmente, aunque no llego a comprender el
motivo, es el de una pequeña cajita en dos piezas, pues la tapa era otra
pieza independiente, que debían ir decoradas y forradas con papel de
periódico que luego pintábamos a mano. Proyecto que fui incapaz de
llevar a cabo, por falta de atractivo para mí con tanta florecita sobre
fondo negro (ahora, en cambio, el diseño me hubiera gustado. ¡Cosas de
la vida!), pero
también por no contar con los materiales apropiados ni la maña del resto
de mis compañeras de clase, la verdad sea dicha. Y allí murió desolado
mi cartón con una especie de pasta con un aspecto asqueroso que debía
servir de pegamento para encolar el periódico a la caja en sí
(confeccionada, a su vez, con varios trozos de cartón debidamente
medidos y colocados).
Anecdótas
de aquella "bendita" asignatura tengo muchas, la verdad. Por ejemplo,
ya en 7º curso, estuve a punto de suspender, nunca había estado tan
cerca de un suspenso en esa asignatura como entonces, por no haber hecho
suficientes puntos en un dibujo. Sí, sí como lo oís. Ni siquiera se
valoró mi esfuerzo en hacer un dibujo (bastante cutre, por cierto, pues
carezco de dotes pictóricas, para qué negarlo) totalmente inventado y
sacado de mi imaginación, o casi... Se trataba de un lago, con un
pequeño embarcadero en primer plano y algo de vegetación alrededor de
él. Supongo que siempre fui, una rebelde sin causa, en aquellas clases.
Mientras el resto de mis compañeras (creo recordar que entonces éramos
33 en lugar de las 36 de cursos anteriores), calcaron un dibujo que les
gustaba y se limitaron a colorearlo con aquella aburrídisima técnica de
puntitos, yo veía las agujas del reloj avanzar y hacía puntos grandes
para acabar antes. Si el objetivo de aquella actividad era trabajar la
paciencia y la meticulosidad me queda claro que se conseguía sí, pero
era desquiciante y frustrante estar todas la santas tardes durante un
mes haciendo aquello. Días antes de la entrega de notas, a mí y a un par
de compañeras más, la profesora nos sugirió que nos esforzásemos un
poco con aquello o no aprobaríamos. Yo más que temer el suspenso, mi
historial académico, tampoco era de lo más brillante, sino normalito,
con un popurri de calificaciones que recorrían toda la escala: notables,
bienes, sobresalientes, suficientes..., temía el enfado de mi madre
(por si no os ha quedado claro, tanto mentarla, la que lleva los
pantalones en casa, siempre ha sido ella), sabía que en el fondo, mi
progenitora valoraba más un suspenso en matemáticas que en aquella otra
odiosa asigantura, pero gracia tampoco le haría, así que aunque
argumenté que a mí mi dibujo me gustaba como estaba y que al menos era
meritorio no haberlo calcado, la profesora no tenía la misma opinión,
claro, y hube de esmerarme, añadiendo puntos con rotulador rosa (no
recuerdo exactamente dónde iba ese color, imagino que en algún tipo de
embarcación que estuviese en aquel lago), pero tengo muy, muy presente
aquel dichoso rotulador rosa de la marca Joby (hasta en eso era distinta a mis compañeras... ¡Todas usaban Carioca! Yo Joby),
también recuerdo el amarillo huevo para el sol, el verde lima para la
hierba... Total que trabajé en aquella hora haciendo puntos, tanto como
un albañil toda una mañana y acabé aprobando por los pelos, pero aprobé.
Así
que con tal bagaje de "éxitos" en mi haber, en el mundo de las
manualidades, no es de sorprender que ahora que he descubierto, por
casualidad (ya os contaré en otro post cómo lo averigüe), que esto de
hacer collares, pulseras y pendientes no se me da del todo mal, quiera
compartirlo y presumir de ello. Ésa
es la pretensión de este blog, simple y llanamente. Lo de vender o no
vender ya llegará, supongo, pero durante el camino quiero divertirme y
que otros lo disfruten también. Quizá a partir de ahora, no obstante,
veais que hago post más del estilo a éste, con explicaciones más o menos
largas, acompañadas de fotos o puede que incluso de vídeos, no se
trata, por tanto, sólo de subir imágenes, sino de que veais un poco el
proceso, quizá con el ánimo de hacer más atractivo este blog y evitar
que os aburráis tanto como yo en aquellas horribles clases de la tarde, y
por qué no... de que lo intentéis vosotras mismas (si os habéis fijado,
hace unos días modifiqué un poco el título y añadí lo de DIY, las
famosas siglas que se ven ahora hasta en la sopa, y que signigican; "do
it yourself"), porque, si yo con tan poca destreza y cualidades o
talento para las artes plásticas he comprobado que hay algo que no se me
da del todo mal en este campo, qué no podréis hacer el resto, con un
buen tutorial, materiales y paciencia.
No
os sorprendáis tampoco, si a partir de ahora, veis cambios de aspecto
en esta página. Con ese mismo propósito de hacer esto más atractivo a
todas, me he apuntado al curso de "Cómo promocionar tu blog" de la bloguera Blanca Balzola.
Pues que mínimo que, si éste es un blog de "artesanía", la cual tiene
como mayor pretensión la de elaborar algo bello, el blog refrendé eso
mismo. Y con mucha más razón ahora que me he iniciado en el mundo del
scrap (abreviatura de scrapbook), sobre lo que me extenderé en próximos
posts. Porque ¿qué mejor manera de exponer algo que hacerlo hermoso a la
vista? Pues eso persigue precisamente el scrapbook digital, y por supuesto el "real" también. ¿A
que ahora ya se os ha metido el gusanillo de saber más sobre esa
técnica? Pues no lo dudéis e investigad en internet. Encontraréis piezas
de auténtica y original belleza, pero sobre todo irrepetibles: desde
sobres o tarjetas, hasta agendas, albumes, cajas... Pareja a ella
conoceréis el decoupage y la transferencia de imágenes y una cosa os
llevará a la otra; y cuando queráis daros cuenta, estaréis tan inmersas y
ligadas a ese mundo, que no concebiréis la vida, sin poner en práctica
algo de lo que habéis visto, aprendido u oído. Por tanto, ¡explorad sin
miedo! ya sea en este blog o en otros rincones.
Un abrazo.
Os invito a que conozcáis mis relatos o escritores favoritos en mi otro blog: www.mimundomiburbuja.blogspot.com
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